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La construcción con materiales naturales y en clave de autoconstrucción no es algo nuevo. Desde siempre ha sido el método de construcción más utilizado por la humanidad.

La lógica de mercado ha logrado limitar sin embargo, esta dinámica. Se ha concentrando el conocimiento constructivo en las instituciones legitimadas como depositarias del mismo, perdiendo en el camino mucho saber popular (y sobretodo la popularización de dicho saber). La exigencia legal de participación de un gran número de intermediarios "especialistas legítimos" ha terminado de mermar la capacidad de las personas en el proceso de construcción de sus propias casas, convirtiendo un derecho básico, como es la vivienda digna,  en un bien de lujo económicamente inaccesible (al menos en la duración de una vida).

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