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CARACTERÍSTICAS ESTUFAS DE MASA TÉRMICA

Hay dos características que se tienen que tener en cuenta para diseñar y construir una buena estufa.

1. lograr una buena combustión. Tener leña disponible para quemar en nuestra estufa tiene un coste ecológico, económico y de esfuerzo si somos nosotros los encargados de cortarla y prepararla. Es por estas razones que nos interesa que la leña que empleemos se queme lo mejor posible para sacar la mayor cantidad de su energía calorífica.

2. ser capaz de captar el calor producido y llevarlo de manera correcta al espacio que pretende calentar (el salón, la casa...). Una vez “exprimida” la capacidad calorífica de la leña con una buena combustión, llegamos al verdadero objetivo de una estufa: que nos caliente el lugar de forma equilibrada, cómoda y duradera. Para ello debemos conseguir que el calor no se escape de la casa sino que se mantenga el mayor tiempo posible dentro de ella.

Teniendo eso en cuenta, el diseño de las estufas de masa de alto rendimiento facilitan:

A) una combustión más completa. ¿Cómo se consigue? Fundamentalmente manteniendo protegido y aislado el núcleo donde se produce el fuego. Este lugar, la cámara de combustión, debe estar lo más caliente posible para quemar convenientemente la leña.

La entrada de estas estufas es pequeña y está cerrada. Si dejásemos la cámara de combustión abierta, como ocurre en las tradicionales chimeneas, existirá un exceso de contacto del fuego con el aire alcanzándose menores temperaturas en la combustión. Estaríamos realizando una combustión incompleta, o lo que es lo mismo, dejando de quemar partes de la leña (como ciertos gases y hollín) que se nos escaparán directamente al cielo. (Hay mucha gente que reclama ver el fuego porque le calienta el ánimo. Esto tiene fácil solución, aunque algo más costosa, consiguiendo una puerta con cristal)

Las estufas rusas ahorran leña ya que vamos a sacar mejor partido de cada trozo, generan menos suciedad interna (el hollín es en realidad masa no quemada del todo) y emiten menos malos humos porque han conseguido quemarlos dentro.

Generalmente la eficiencia en la combustión suele ser bastante mediocre: las chimeneas abiertas 10-15%, las salamandras 20%, las estufas económicas de hierro 30%. En otras palabras, de cada 100kg de leña que cortamos/pagamos y echamos a estos sistemas, sólo aprovechamos como mucho el equivalente a 30kg. Mucho esfuerzo y dinero desaprovechado.

Las estufas de alto rendimiento están en un 85-90% de eficiencia en la combustión, osea que al quemar mejor la leña aprovechamos mejor la capacidad de calor de la misma y por lo tanto se tiene que usar menos cantidad. Ahorramos en esfuerzo/dinero y reducimos emisiones contaminantes fruto de gases mal quemados.

B) captan el calor generado y lo almacenan en su interior emitiéndolo poco a poco a la habitación, incluso una vez apagada la estufa. Esto se debe a dos motivos:

a) el material con el que se construyen, ladrillo macizo y barro, tiene una tremenda capacidad de absorber y retener calor y devolverlo con lentitud (lo que se denomina alta inercia térmica).

Esta captación de calor por parte del material se hace poco a poco, por eso decimos que son estufas de respuesta lenta. Esto supone que para alcanzarán el pleno rendimiento, cuando parten de estar frías, un par de horas aproximadamente después de haberse encendido. Aunque e la práctica hay opciones sencillas para acelerar este proceso, las estufas de masa térmica son ideales para un uso continuado y no son tan recomendables en lugares que se habiten de forma esporádica.

b) Generalmente los sistemas de calefacción tradicionales (chimeneas abiertas, salamandras, etc) lanzan el humo caliente directamente al cielo perdiendo con ello una cantidad tremenda de calor.

En las estufas de masa de alto rendimiento, al humo no le permitimos abandonar la casa de forma rápida sino que le “obligamos” a permanecer dentro de la estufa el mayor tiempo posible mediante un camino en zig-zag. De esta forma ese humo, todavía caliente y debido al roce con las paredes internas, irá “cargando” de calor la estufa. Hemos convertido nuestra estufa en una auténtica batería de calor.

En el transcurso de ese recorrido podemos aprovechar para calentar una plancha para cocinar, sistema de agua o incluso asientos.

Por último, una característica más de las estufas de masa térmica es la comodidad del calor que emiten.

Los sistemas simples de combustión como salamandras o estufas de hierro calientan de forma muy potente mientras están encendidos generando el “efecto muelle” de las personas que estamos a su alrededor: alejándonos al no poder estar muy cerca cuando está a pleno rendimiento porque te “achicharras” (y por descontado no poder tocarlas, con el cuidado especial que hay que tener sobre las niñas y niños de la casa) y acercándonos de nuevo porque se enfría muy rápido cuando no mantenemos su feroz apetito.

Una estufa de masa, por el contrario, emite un calor homogéneo en toda la estancia. Se puede estar cerca de la estufa, o incluso hacer bancos calentitos, pero no abrasadores, y una vez apagado el fuego, continua desprendiendo calor durante 8-10h después. Esto se siente y agradece mucho al levantarnos en las mañanas de invierno y comprobar que la casa permanece igual de caliente que la noche anterior.

De estas estufas de masa hay muchos modelos, algunos de ellos tremendamente sofisticados (en cuanto a los recorridos que se da al humo y a los materiales empleados) y en consecuencia bastante caros. Sin embargo nos parece importante poder simplificar los diseños y utilizar materiales de fácil manejo y muy accesibles, muchos de ellos naturales: ladrillos macizos (incluso reciclados), arcilla, arena, paja y caca de caballo (esto último es un material que en Europa no frecuentamos mucho pero es ideal en revoques y en los morteros de barro).

De esta forma se facilita la posibilidad de la autoconstrucción y de iniciar procesos de empoderamiento y autonomía.

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